La naturaleza proporcionó el lugar

Asomados a una de las ventanas que dan a la hoz del Huécar y desde la que se puede observar en todo su esplendor el Casco Antiguo de Cuenca y su entorno natural no dejo de pensar que es imposible cansarte de mirar este paisaje. Cada estación, cada cambio de luz, la hora a la que lo contemples… en fin cualquier pequeño detalle hace que se produzca el milagro de una nueva visión. «Desde luego, realizar mi trabajo, que me apasiona, en el mejor lugar de una ciudad histórica de las características de Cuenca, es un gran placer». La que pronuncia estas palabras es Almudena Serrano Mota, directora del Archivo Histórico Provincial del que, por cierto, este año se cumplen 20 años de su nombramiento como directora del mismo.

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Almudena Serrano

Almudena es una persona entusiasta y optimista y a la que le encanta la naturaleza. Licenciada en Historia Medieval por la Universidad Complutense de Madrid, en cuanto estás dos minutos con ella sientes que es una apasionada de su trabajo y antes de comenzar con la entrevista no duda en presentarme a todas las personas que trabajan en el Archivo y de las que está «muy agradecida y contenta por el gran equipo que formamos». Como veinte años dan para mucho le pregunto qué cambios ha habido durante este tiempo en la percepción y el funcionamiento de los archivos por parte de la sociedad y me contesta con unos datos que dejan bien a las claras el buen trabajo realizado en estas dos décadas: «en el año 1997, cuando yo llegué, no pasábamos de dos mil usuarios al año y ahora estamos en más de 12.000 personas. Según la estadística elaborada en las Cartas de Servicios de los Archivos Históricos Provinciales de Castilla La Mancha, nuestro Archivo es el que mejores resultados tiene en usuarios y consultas atendidas, número de copias expedidas y, en conjunto, personas atendidas. Además, contamos con una opinión muy favorable por parte de quienes utilizan el Archivo, tanto de forma presencial como a través del teléfono o correo electrónico».

Empezamos a recorrer el edificio y cada una de las salas. Una vez en la sala de atención al público (en la que me sorprende ver un antiguo catálogo de fichas que Almudena me confiesa que usa de vez en cuando), cuando le pregunto sobre el tipo de usuarios que utilizan el Archivo, me responde que «normalmente son personas con la necesidad de resolver cualquier problema vinculado con sus propiedades, antecedentes administrativos o la investigación histórica, siendo ésta muy fructífera, dada la gran importancia de la documentación que conservamos en este Centro, complementaria de la que pueden consultar en otros Archivos de la ciudad».

De camino de una sala a otra, vamos charlando sobre nuestra profesión y su valor y reconocimiento: «los Archivos y las Bibliotecas son centros que tienen una dimensión sociocultural importantísima y todas las personas que, de una u otra forma necesitan de nosotros, reconocen la labor y el servicio que prestamos. Para mí, no hay mayor reconocimiento que las gracias dadas por las personas que utilizan nuestros centros. Estamos para ayudarles y eso es lo que hacemos. Su agradecimiento es la satisfacción más grande a nuestro trabajo», afirma.

Alcazaba, castillo, Tribunal de la Inquisición, cárcel, cuartel: todas esas funciones ha albergado el edificio que ahora conserva más de siete kilómetros de documentación en sus depósitos y del que lo que más le llama la atención a su directora son «las zonas en las que se ha conservado la estructura original del mismo y ese maravilloso soneto, escrito en la pared, recuerdo de unos tiempos que fueron peores, desde la perspectiva del trato humano recibido por los presos que durante siglos lo habitaron».

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Uno de los depósitos del Archivo

Pero un archivo no es solamente eso, un archivo. En él se prestan numerosos servicios a los ciudadadanos que van desde la consulta documental y bibliográfica, puesto que, además de la documentación de archivo «tenemos una importante biblioteca, incluida en el Catálogo colectivo de Bibliotecas públicas de Castilla La Mancha» a la obtención de copias y certificaciones de cualquier documento de libre acceso; emisión de Informes a petición de la Administración pública y actividades de difusión cultural y educativa relacionadas con la información y documentación conservadas en el Archivo Histórico. Nos detenemos en este asunto un momento y Almudena me explica con más detalle en qué consisten estas actividades: «pues una parte son publicaciones realizadas en revistas científicas, profesionales, actas de Jornadas y Congresos, monografías y pequeñas colaboraciones, a las que cualquiera puede acceder. Las actividades culturales destinadas a alumnos son Talleres didácticos, destinados desde este año, exclusivamente, a Bachillerato y Ciclos formativos. Dirigidos a un público más específico y especializado hemos organizado Jornadas técnicas enfocadas a la formación en conservación de documentos en archivos y bibliotecas, gestión de desastres en estos ámbitos y la última que hicimos fue sobre la Ley de Transparencia y Buen Gobierno».

Otro aspecto a destacar son las celebraciones coincidiendo con conmemoraciones o días señalados y celebrados mundialmente como el Día Internacional de los Archivos (9 de junio), Día Internacional contra la violencia de género, Día Internacional de la Mujer, IV Centenario de la muerte de Cervantes, el Siglo de Oro o la conmemoración de los 25 años de la rehabilitación de este edificio, celebrada el año pasado. Además se hacen visitas guiadas al edificio, previamente concertadas. Este año como novedad, me apunta Almudena, «vamos a celebrar el I Ciclo de promoción de la Investigación Histórica, con 9 conferencias-coloquio que tienen como objetivo continuar con la difusión de los importantísimos fondos documentales y la promoción del uso de esos documentos, según la experiencia investigadora y docente de quienes impartirán las conferencias. El fin de estas sesiones es divulgar las investigaciones realizadas en este Centro e introducir y aconsejar a los asistentes en la lectura de los documentos; así se entregarán copias de éstos y se darán explicaciones relativas a la documentación que se facilita, con el fin de que el contacto directo con las fuentes sea más fácil».

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Por fin llegamos a uno de los momentos más emocionantes de la visita  que no es otro que contemplar el documento más antiguo que conserva el archivo, datado en 1218. De los documentos que custodia el archivo el fondo más importante, sin duda, lo constituye toda la documentación perteneciente a los diferentes Archivos eclesiásticos que ingresaron en el Centro, procedentes de la Delegación de Hacienda, en la que se conservaron todos los documentos incautados a la Iglesia Católica durante la gran desamortización de Mendizábal. También destaca la colección de pergaminos, con más de 200. Es muy valiosa, tanto por la antigüedad de éstos como por el contenido de los mismos. Y, por supuesto, «para estudios históricos que se dilaten en años, nada mejor que consultar los Protocolos notariales, conservados desde el año 1503», otra joya de la colección según Almudena.

Mientras ella guarda de nuevo, cuidadosamente, el valioso documento la conversación gira, en torno a dos temas, curiosamente, totalmente antagónicos (en apariencia) con los archivos como son la digitalización de los fondos y el uso de la administración electrónica: «digitalizar fondos documentales tiene grandes costes económicos. De momento, no tenemos un gran proyecto de digitalización de fondos pero sí estamos trabajando en una herramienta que permita la consulta de nuestros fondos online. Lamentamos no tener disponibles imágenes online pero tratamos de suplirlo con una eficaz atención al ciudadano. Hemos avanzado mucho en la rapidez a la hora de comunicarnos con los usuarios que nos solicitan información y asesoramiento sobre sus investigaciones y a los que podemos enviar documentos en formato digital por correo electrónico. Por otro lado, la mayoría de documentos que se utilizan diariamente necesitan ser consultados en el propio Archivo casi siempre, al resultar que hay que expedir copias en papel compulsadas que se entregan al interesado para solucionar algún problema en otra oficina de la Administración». Y en cuanto a la amenaza de internet asevera: «jamás se pondrá en riesgo la pervivencia de los Archivos, fundamentalmente porque las instituciones de siglos pasados y de años más cercanos a nuestros días dejaron el producto de las funciones desarrolladas en millones de documentos que es necesario gestionar. Y para eso están los Archivos. Los documentos no se ponen en servicio solos, ni hacen el importantísimo trabajo de orientar a los ciudadanos sobre la idoneidad de consultar tal o cual documento o fondo documental. El futuro de los Archivos lo veo bien, evolucionando al abrigo de las nuevas tecnologías y siendo fundamentales en la gestión pública, transparencia de la Administración y resolución de problemas que puedan tener los ciudadanos».

Ya de nuevo en su despacho, no dejo pasar la oportunidad y le pido si puede hacerme el favor de buscar la primera referencia que se conserva de mi pueblo (Santa María de los Llanos): «la fecha de la primera referencia de Santa María de los Llanos es sobre una viña, camino de Santa María de los Llanos, del año 1474». Pero Almudena, tan amable y servicial,  sigue consultando en el catálogo más referencias que tienen que ver con mi pueblo hasta que llega a una en la que le digo que me deje apuntar unos datos. El documento es del año 1842 y hace referencia al molino llamado Saona procedente de las monjas Trinitarias de El Toboso, que cuenta con una superficie de 30 fanegas alrededor del molino:  «lo compró en subasta Martín Bendallo, por 80 mil reales, una auténtica fortuna para la época».

Por último le comento si tiene  alguna anécdota o reflexión que contarme relacionada con su profesión: «me gustaría contarte algo que me sucedió hace años y que desearía que todos reflexionásemos sobre ello. En un momento determinado, me comunican que se han encontrado en un pueblo de Cuenca con que el Archivo municipal de ese lugar ha aparecido en la escombrera municipal. Una vez en este lugar, efectivamente, los documentos de siglos atrás y no tan antiguos estaban bajo los escombros y, aún peor, recogí documentos del siglo XVI por las calles del pueblo. Algo tan lamentable como bochornoso. Es lo más lamentable que, hasta ahora, he vivido en mi profesión. Quisiera que este hecho sirviera para que se tome conciencia de la importancia del Patrimonio Histórico Español y sobre el que todos tenemos responsabilidad de conservarlo, no solamente los profesionales de los Archivos, Museos, Bibliotecas y Patrimonio».

Y a modo de sentencia concluye: «nuestra historia merece respeto».

*El título de este artículo está tomado de la Exposición Permanente que se puede visitar en dicho Archivo.

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